Foto: Julius-Revolution
Un "hurra" para el alcalde de Londres. Hay que reconocer su valor en una sociedad tan conservadora como la británica, al colocar ésta escultura en pleno Trafalgar Square (frente a otra estatua ecuestre de carácter militar). Para mi, una alegoría claramente antibelicista y pacifista. Su contemplación me enlaza directamente con la tercera transformación del espíritu propugnada por Nietzche a través de Zaratustra (Camello-León-Niño). También me sugiere que los recortes presupuestarios deberían centrarse de lleno en los desfasados gastos militares. En fin, una agradable y relajante contemplación.
Se trata de un simple niño balanceándose en su caballito de madera, quien, al decir de Elmgreen, representa a los muchachos que no han matado a nadie en su vida: “Él es valiente. Él se encuentra todavía en una edad en que no tiene ningún problema, él no ve tantos enemigos en la vida”.
La escultura de 4,1 metros, forjada en bronce y que remite a trabajos previos en menor formato de esta productiva dupla de creadores, que habitualmente ironizan sobre la relación de arte y entorno, se titula “Estructuras sin poder” y se propone como una alternativa a la estatuaria ecuestre tradicional “basada en la visión militarista de la victoria o la derrota”.
“La imagen es un símbolo de todas las inocentes batallas que sólo tienen lugar en el universo de la fantasía infantil. El chico de gesto salvaje, imitando al caballero adulto, es pura emoción y no habrá consecuencias trágicas derivadas de su imaginario de conquista”, concluyeron en su declaración inaugural estos artistas, que han transitado por la poesía, la performance, la escultura y la instalación.
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